Las encuestas, el juego del tarot
Tal parece que algunos sectores de esta sociedad que tiene frente a si una elección presidencial, y en muchos estados concurrente con renovaciones estatales y municipales, ha decidido que no puede esperar al 1 de julio para saber cual será el resultado de la voluntad popular.
Las encuestas se han convertido en el tarot de nuestros días. Partidos, candidatos y medios de comunicación contratan casas encuestadoras que cada vez tienen menos credibilidad. La máxima para realizarlas parece ser "el que paga, manda" y así, alegando diferentes métodos de realización, cada una de las encuestas dan sus propios vencedores. Con esto ganan los candidatos, que se adueñan de aquellas que más les convienen y descalifican a las que no les favorecen, y pierden los ciudadanos que se ven atrapados entre las arenas movedizas de un terreno tan incierto como confuso.
El mes pasado, en la revista Nexos, Roy Campos de Consulta Mitofsky, escribió: “Las encuestas son como el termómetro, debemos exigirles la temperatura que existe cuando se mide, solamente ésa”.
Así, uno de los primeros consensos entre encuestadores es que las encuestas son la fotografía de un momento, una tendencia que no necesariamente implica que la distancia en las preferencias será al final la definitiva. La pregunta que vale hacerse hoy día es, los resultados de una encuesta ¿cambian en algo la intención de voto de los ciudadanos?
Hice esa pregunta a varios compañeros y la respuesta en todos los casos fue "no", sin embargo hay una premisa que es importante recordar, en política, la percepción es realidad, y si nos venden la idea de que un candidato va arriba y resultará ganador de la elección, muy probablemente habrá quien vote por él, solo porque "ya va a ganar".
¿Será que los ciudadanos a veces no entendemos que en las elecciones uno no juega con las cartas marcadas? Una encuesta, en el mejor de los casos, solo nos muestra una tendencia momentánea que puede permanecer o no, para el día de la jornada electoral.
Se vale intentar predecir el resultado mediante estas herramientas, lo que no se vale es utilizarlas como arma de manipulación de un proceso electoral. No es ético ni moral fabricar ganadores instantáneos y hacer creer a los votantes que ya no hay forma de revertir las tendencias, pues es ahí cuando el desencanto del poder del voto alcanza su culmen.
Mañana viernes 22 de junio, es la fecha última que marca la ley para poder difundir resultados de encuestas. Medios de comunicación, partidos políticos, señores candidatos, el juego del tarot llega a su fin y comienza la cuenta regresiva para que los ciudadanos de a pie, esos que no contratamos encuestas, razonemos nuestro voto, porque hay algo que las encuestas no dicen: el poder de la transformación, está en nosotros.
¡Debemos hacer algo!
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